domingo, 4 de diciembre de 2016

La citología (y por qué no es una experiencia que mole)

Hoy se ha cumplido el primer aniversario de mi primera vez. Con el ginecólogo, aclaro. Hace un año me hice por primera vez una citología. Fue una experiencia un tanto peculiar.

Fui sola, y cabreada con el tipo con el que mantenía una relación de lo más confusa. Es decir: él nunca fue mi novio, pero hacíamos cosas de novios. Me hice la citología porque empecé a tomarme la píldora. El caso es que la noche anterior habíamos quedado para ir a un concierto en un garito pequeño de Madrid. Tenia cena de empresa y llegó a nuestra cita muy tarde. He de aclarar que no soy ese tipo de chica. No soy esa que se enfada contigo porque te retrases un poco. Pero me encabrona, y supongo que no estoy loca por ello, quedar con alguien y que se presente casi una hora tarde, mamado y después de haberse perdido en el metro. Le habría matado. Pero le quería, por eso no lo hice.

Para compensar, intenté ponerme a su nivel a base de cerveza. Recuerdo que mientras esperábamos a que empezase el concierto, el DJ pinchó Do you love me? de los Contours y que bailé, porque aquel fue el momento que había estado esperando toda mi vida, o al menos desde que con 9 años vi por primera vez Dirty Dancing.

Más tarde, cuando el concierto ya había acabado y volvimos al metro, consiguió que me encabronase otra vez por motivos muy diferentes: no puedes ser un capullo conmigo y esperar que no me enfade. No puedes hacer comentarios sobre el culo de la tía que camina delante de nosotros y esperar que no me enfade. No puedes criticar mi profesión y esperar que no me enfade. No puedes despreciar mi oportunidad de inmersión laboral en un periódico de tirada nacional – vale, al final fue en una revista. Pero de tirada nacional, y del mismo grupo editorial que el periódico – y esperar que no me enfade. Estaba muy cabreada. Tanto, que cuando llegué a casa no pude dormir. Lo achaqué a la mezcla de los nervios por tener que ir a mi primera citología yo sola al día siguiente para poder empezar a tomar hormonas y poder follar a pelo con un capullo sin tener que preocuparme por quedarme embarazada.

Por la mañana me duché, me puse bragas limpias y fui a mi centro de salud a la que, hasta ahora, ha sido la situación más incómoda que he experimentado nunca. Más incómoda incluso que aquella vez que me lié con un tipo que cuando me besaba, me lamía la cara como si fuese un perro. Entras allí y te hacen preguntas sobre tu situación sentimental y tu actividad sexual, para acto seguido pedirte que te quites la ropa y te abras de piernas sobre una camilla. Gracias a Dios, no vi el instrumental médico que introdujeron en mi vagina. Y gracias a Dios, no me dolió mucho. Era algo que me preocupaba y temía que al estar nerviosa y tensar los músculos no hubiese forma de explorar como es debido.

Así que ahí estás tú, respirando hondo y soltando el aire mientras introducen una especie de varilla (prefiero imaginarlo así) por tu coño. Cuando acaban te informan de que los resultados tardarán un mes en llegarte a casa, a menos que algo esté mal en tu vagina, en cuyo caso te llamarán por teléfono.

Y joder, el susto cuando llegó la carta una semana más tarde todavía me dura en el cuerpo. Porque a ver, aunque los resultados fuesen normales, tanta celeridad al enviarlos no deja de ser acojonante. He recordado todo esto precisamente hoy, porque debería repetir la experiencia este mes. Y es gracioso, porque la última vez tenía un motivo, por muy cuestionable que fuese. El capullo ahora es uno de mis mejores amigos. Y he tenido algo así como un novio, pero lo cierto es que ahora no estoy con nadie. He tenido poco sexo y aunque había partes que molaban, en general me he aburrido bastante. Mi “novio” no quería hablar de follar, quería hablar de hacerme el amor. Cosa que me ponía de los nervios. Le dejé porque me irritaba que me escribiese.


Mi conclusión respecto a la citología, es que me entristece pensar en ello. En que me sentiré vacía, y sin un propósito real. No tengo problemas hormonales, ni tampoco de regularidad. No me alivia el dolor porque jamás he tenido dolor de ovarios. No tengo una regla especialmente abundante, ni siquiera soy de las que tienen anemia cuando la querida menstruación viene a visitarla. ¿Qué sentido tiene tomarse la píldora cuando no follas con alguien a quien quieres mucho y con quien te apetece follar mucho? ¿Qué sentido tiene la píldora si no follas con alguien? En este caso, supongo, es por pura nostalgia.

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